miércoles, 7 de julio de 2010

Por no tomar la sopa.

Hombre parado en el living. Brazos cruzados sobre el pecho. Delante de él, dándole la espalda, niño de unos nueve años: su hijo. Sentado frente a una PC. Un ligero movimiento de su mano derecha y una flecha en el monitor punza una palabra subrayada: Encarta online. Susodicha enciclopedia desplegóse y desparramó kilómetros de conocimiento sobre la pantalla. El niño lee:
-Colón descubrió América en 1492. El ladrillo está hecho de tierra horneada. Todo es relativo.
A su padre se le pianta un lagrimón. Piensa: “Qué orgulloso estoy de mi hijo.”
El niño prosigue, insaciable de conocimientos:
-Buenos Aires fue fundada dos veces. Dos no tiene raíz cuadrada. Dios. Patria. Familia.
Su padre se emociona. Piensa: “Mi hijo. Qué emoción.”
Un pop up disloca tanta armonía abyecta. Es un banner, una ciber-publicidad. Un movimiento de la mano derecha del niño. La flecha punza el banner. Justo sobre el rostro de un modelo sonriente. Se abre una ventana que ocupa toda la pantalla. Un video: un sujeto penetra analmente a otro, mientras éste le hace una fellatio a un tercero. Parlantes encendidos. Volumen alto. Gemidos. Gritos. Jadeos. Ventosidades.
El padre exclama:
-¡Guau! ¡Porno gratis!