martes, 26 de julio de 2011

Habrase visto

-Disculpe señor, no está permitido tomar fotografías.
-Perdón, perdón. Guardaré mi camará guardaré. Verá usted.
-¿Usted me está cargando? No-está-permitido-guardar-cámaras.
-Entonces... ¿qué hago?
-Dese vuelta.
-Lo haré.
-Bueno, hágalo.
-Lo hice.
El niño abrió su mochila con una calma que sacaría de sus cabales hasta al más fanático de los freudianos, tomó una cartuchera de su interior, la abrió, extrajo un fibrón azul y comenzó a dibujar una simpática mariposa en la espalda del infractor.
-¿Qué me está haciendo, señor?
-Cállese y espere a que termine. Y, por favor, deje de taparse los ojos, que nadie se lo pidió y es fútil estando de espaldas, caramba.
-Disculpe.
-Disculpado.
Una vez hubo finalizado el dibujo, el pequeño guardó el fibrón en la cartuchera y ésta en la mochila, la cual volvió a cargarse al hombro con una parsimonia perturbadora.
-Ya puede darse vuelta.
-Discúlpeme, yo no sabía...
-Cállese, hágame el favor. No es nada, cosa de principiantes, vio.
-¿Puedo sacar una fotito más?
-Solo si me saca una foto con mi mamá y me da un beso.
-Como usted ordene.
El turista le sacó una foto al niño con su madre. El jovencito infló el cachete derecho y se lo tocó con el índice. Clara señal de que al infractor le faltaba cumplir una parte del trato. El fotógrafo regañado le dio un ósculo en la mejilla inflada, le tomó una foto a una curiosa silla que reposaba contra la pared de la oficina y se fue de allí, cabizbajo y algo sonrojado.