viernes, 20 de agosto de 2010

Bilis ajena en tu lengua.

Bueno, parece que al director no le gustó la escena:
-¡Corte! ¡Corte, carajo, corte!
El protagonista ve su estrella manchada, como vislumbrada a través de un parabrisas sucio:
-¡Eh! ¿Qué te pasa, gato?
-Que lo hiciste mal. Oh, bueno para nada.
-Yo soy un buen actor.
-Coincido.
-Papas fritas, por favor.
El mozo llega presuroso, automático. En una mano, una bandeja de cristal con un paquete abierto de Papas Lays -pero no es una propaganda de Lays-. En la comisura de sus labios, restos clandestinos y buchones de snack. Su otra mano, tironeando de su muy corto delantal (debajo no tiene nada). Las principales figuras del filme (director y protagonista, ambos reconocidísimos) lo ven llegar. Cuatro ojitos brillan.
-Bonjour, pêperes.
Las principales figuras del filme (director y protagonista, ambos reconocidísimos) sienten su aliento a papa frita, pero no dicen nada.
El mozo deja la bandeja con las Lays en el regazo una de las principales figuras del filme (actor, reconocidísimo) y se despide, solemne y culpable (sabe que su aliento a papas Lays es notable):
-Monsieur Harrison, les pâpes. Nos vemos, Steven.
Da media vuelta y se aleja, tan presuroso y automático como llegó. Las principales figuras del filme (director y protagonista, ambos reconocidísimos) se quedan observando las nalgas desnudas del camarero y las flexiones y contracciones de sus músculos al caminar. Una de las principales figuras del filme (director, reconocidísimo) agacha un poco la cabeza para poder atisbar vello anal, pero el mozo ya está muy lejos. Vuelven al tema:
-Bueno. Eh, eh, todo bien. Eh.
-Sería bueno algo así onda Huxley, pero hay que cambiar todo el guión.
Diez segundos después, se daría uno de los poquísimos casos de dos paros cardiorrespiratorios simultáneos. Los encontraron dos semanas después (el set no era muy concurrido).
El hedor era impresionante.