sábado, 8 de mayo de 2010

Cortá mi piel

Un nene de mamá cruza Corrientes, en su intersección con Suipacha, cuando ve a una señorita. Pero no era una señorita cualquiera; era, ni más ni menos, que la "Sacrificadora Ritual": sabrosa pontificia del destello de sus cuestionamientos de lo más estúpidos. Camina ligero hasta ubicarse a su par, solo para decirle:
-Dulce zumo de pera al almíbar. Tus gestos me dejan sin habla. Tu caminata sacando pecho descolla una falsa soberbia en mi caminar: quiero agradarte.
-Pero usted... ¡Qué cosas que dice! Nos vimos en un palier. El dolor de un bastón al astillarse.
-Y desde ese momento, ¡oh! éxtasis de mi internísimo hedonismo, la fuga de tu silueta, la que remolina en mi cabeza y retorcijea mi estómago, me ha convertido en un botarate.
-El camino es largo. Tu seguridad: plena. Tu miedo, eterno.
-Paddle, tenis, fútbol. Circo.
-Mis piernas se desvanecen. Me vuelvo una fina lámina de papel traslúcido. Me lees toda, segundo a segundo.
-La delicadeza de tu carita, tus expresiones, tu lengua nerviosa asomándose, tímida, entre tus labios. El brillo de tu labio inferior. Su finura y la mar en coche.
Subieron al mismo colectivo, cuyo conductor anunciaba:
-¡Los quiero mucho! ¡Próxima bajada: todos al mar!
Ella traga saliva, se abraza a Juliancito (así se llamaba). Sus brazos lo envuelven y lo frotan, buscan su tibieza. Su rostro hace presión contra el abdomen del joven (también era joven):
-Qué buen solcito. El último. Solicito revisión.
Él contesta:
-Pongo cara de tarado porque me hablás y porque veo en tus ojos y en tus risotadas las ganas de quemar minutos conmigo. Porque no existe nada más. Tu mano es más suave que la mía y presiona con la misma fuerza y me siento más débil a ella. Podría contar tus latidos.
El colectivero cumplió su promesa y el ómnibus fue hallado, durante un dragamiento, en las costas de Colonia... catorce años después.
En esa época, el travestismo era el flagelo que ridiculizaba a la figura de autoridad de la Policía Metropolitana.
Imbéciles.

7 comentarios:

  1. no me queda claro...el travesti era juliancito (asi se llamaba), la minita que lo envolvia en sus brazos y ademas lo frotaba... (creeria que era la lampara de aladino?), el conductor del colectivo (que cumplia sus promesas a rajatabla), el poli de la metropolitana (victima del flagelo del travestismo), o el marino que conducia la draga?
    imbecil el que lee??
    jotace

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  2. El colectivero creyó que estaba en el Autobús Mágico, ¡qué barbaridad! u.u

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  3. La creencia en una ráfaga de energía superadora nos deja indefensos a todos! Pero algo más de volumen... ahí la percepción intimida. Y hay que creerle al peso de lo que supone ser!!!

    JC: los canas de la Metropolitana empezaron a trabajar vestidos de mujer (paradigmática forma de porotesta) y fueron estigmatizados por los años y años de dejadez absurda!!!!
    IMbéciles ellos, los canas. Por salir vestidos de mujer y querer que no se les caguen de risa.

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  4. El autobus magico, q recuerdos jaja.

    Que opinaria Macri si viera a la metropolitana vestida de travesti jaja


    www.cordurainsana.blogspot.com

    Te dejo mi blog, si queres pasate. Saludos

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  5. Lo hice.
    Un abrazo.

    Che, todo eso (el posteo y mi anterior comentario) lo escribí yo???
    (risas)

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  6. ¿Entonces el chofer tiraba rayos de energía con la mente?

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  7. Un chofer que trata con amor a sus pasajeros.

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