Joven va a casa de joven a intercambiar estampillas de la belle êpoque con joven. Cuando llega, joven hacer sentar a joven en una silla, luego se sienta enfrente y se quedan largos minutos en silencio. Joven siente una incipiente incomodidad, ya que se encuentra en una casa desconocida y tiene a joven enfrente, que punza su cuerpo con miradas lascivas de forma casi permanente; por lo que decide romper el hielo:
-Lalala.
-Barquitos de papel.
Joven siente que acaba de cometer una terrible estupidez. No entiende de qué manera podría romper el hielo pronunciando sílabas que, fuera del marco de un elemental disfrute musical, sufrían una carencia de sentido que haría levantar una ceja con desconcierto al mismísimo Piaget. Sin embargo, lo que aún más inquieta a joven es la respuesta de joven, por ser casi del mismo tenor. Además, empezó a notar que joven sumó, a sus miradas sugestivas, un dedito girando en minúsculos círculos en torno a su esternón. Las estampillas empezaban a humedecerse entre sus manos.
-¡Voy al baño! Perdoname. -dijo súbitamente joven, mientras saltaba de su asiento y encaraba de memoria al toilette.
Ahora joven tendría unos minutos de soledad para encontrar la forma de que sus manos y sus labios dejen de temblar. Pero el camino a la serenidad apenas llegaría a trazarse: ruidos de cuerpos sólidos y pastosos cayendo al agua, ventosidades y gemidos de esfuerzo terminaron por tensar a joven completamente. Sin embargo, la tensión empezaría a ceder para dar lugar al desconcierto: la ducha se acababa de abrir. Ruidos de cientos de gotas rápidas cayendo sobre un cuerpo en movimiento. Los tarareos inconexos deviniendo en canciones bien definidas, hasta bien interpretadas. Intercaladas con silbidos. Enteras y consecutivas. A la quinta canción, joven googleó en la PC de joven (luego de minimizar, con absurda discreción, páginas y páginas de pornografía) y le asombró saber que joven estaba interpretando el disco The Magical Mistery Tour. Completo. En el orden original. Empezó a leer las letras mientras joven las cantaba para olvidarse de que joven se había excusado para ir al baño y ya llevaba cuarenta minutos duchándose. Luego de terminar con aquel disco, y tras haber cantado, de yapa, Revolution #9, joven cerró la ducha y exclamó:
-¡Viva el León de Francia, carajo!
Joven, que ya se había aburrido incluso de revisar su Twitter, se sobresaltó. Sin sacar los ojos del monitor, escuchó una puerta abrirse, un par de pies desnudos, otra puerta abrirse y, ahora, cerrarse.
-¡Ya voy eh!- escuchó joven que le decían desde una habitación.
A joven ya no le sorprendió escuchar una TV encendiéndose y mascullar chismes durante horas.
En su habitación, en tanto, joven se reía o hacía comentarios o insultaba. De pronto, silencio. Pasaban los minutos y joven se esforzaba por convencerse de que no era un ronquido apagado lo que creyó escuchar.
Tan aburrido llegó a estar que empezó a introducirse menesteres de diverso tamaño y forma en el ano, señor.
-Lalala.
-Barquitos de papel.
Joven siente que acaba de cometer una terrible estupidez. No entiende de qué manera podría romper el hielo pronunciando sílabas que, fuera del marco de un elemental disfrute musical, sufrían una carencia de sentido que haría levantar una ceja con desconcierto al mismísimo Piaget. Sin embargo, lo que aún más inquieta a joven es la respuesta de joven, por ser casi del mismo tenor. Además, empezó a notar que joven sumó, a sus miradas sugestivas, un dedito girando en minúsculos círculos en torno a su esternón. Las estampillas empezaban a humedecerse entre sus manos.
-¡Voy al baño! Perdoname. -dijo súbitamente joven, mientras saltaba de su asiento y encaraba de memoria al toilette.
Ahora joven tendría unos minutos de soledad para encontrar la forma de que sus manos y sus labios dejen de temblar. Pero el camino a la serenidad apenas llegaría a trazarse: ruidos de cuerpos sólidos y pastosos cayendo al agua, ventosidades y gemidos de esfuerzo terminaron por tensar a joven completamente. Sin embargo, la tensión empezaría a ceder para dar lugar al desconcierto: la ducha se acababa de abrir. Ruidos de cientos de gotas rápidas cayendo sobre un cuerpo en movimiento. Los tarareos inconexos deviniendo en canciones bien definidas, hasta bien interpretadas. Intercaladas con silbidos. Enteras y consecutivas. A la quinta canción, joven googleó en la PC de joven (luego de minimizar, con absurda discreción, páginas y páginas de pornografía) y le asombró saber que joven estaba interpretando el disco The Magical Mistery Tour. Completo. En el orden original. Empezó a leer las letras mientras joven las cantaba para olvidarse de que joven se había excusado para ir al baño y ya llevaba cuarenta minutos duchándose. Luego de terminar con aquel disco, y tras haber cantado, de yapa, Revolution #9, joven cerró la ducha y exclamó:
-¡Viva el León de Francia, carajo!
Joven, que ya se había aburrido incluso de revisar su Twitter, se sobresaltó. Sin sacar los ojos del monitor, escuchó una puerta abrirse, un par de pies desnudos, otra puerta abrirse y, ahora, cerrarse.
-¡Ya voy eh!- escuchó joven que le decían desde una habitación.
A joven ya no le sorprendió escuchar una TV encendiéndose y mascullar chismes durante horas.
En su habitación, en tanto, joven se reía o hacía comentarios o insultaba. De pronto, silencio. Pasaban los minutos y joven se esforzaba por convencerse de que no era un ronquido apagado lo que creyó escuchar.
Tan aburrido llegó a estar que empezó a introducirse menesteres de diverso tamaño y forma en el ano, señor.
¿Está basado en hechos reales?
ResponderEliminarNo, pero es muy muy muy posible que haya pasado en algún rincón del orbe.
ResponderEliminarTodo es posible en la era de la tecnología.
ResponderEliminarA Ezequiel le gusta esto.
ResponderEliminar¿Las verduras con forma de pene?
ResponderEliminarJajajajaja, no.
ResponderEliminarEsto es genial. Entré al blog, como quién ve luz y entra, y lo primero que leo es "Verduras con forma de pene". Una presentación exitosa me atrevería a decir!
ResponderEliminarSaludos!
Gracias, Nausica!
ResponderEliminarY sí, me gusta que haga ruido.
Saludos a vos!
Me encantó la historia, está llena de elementos desconcertantes y trangresores pero que pueden ser perfectamente reales y todo seguiría igual. El amigo bien podría salir del cuarto y decir: "Disculpá la demora, después que termines guardame los pepinos, ¿sabías que el sábado toca La Vela Puerca..."
ResponderEliminarJaja, sí, seguiría con la lógica de los relatos de este blog!
ResponderEliminarA parlanchin le encanto la historia (¿historia?)a mi me parecio una apologia a la hORTaliza porno joven.
ResponderEliminarjotace