martes, 2 de marzo de 2010

El crepúsculo de un ídolo

Tengo un compañero de trabajo (el inefable Acariciador de Panderetas) que, hace mucho tiempo, se hizo acreedor de un mérito que no pocos envidiamos. El muchacho en cuestión ha conseguido, ni mas ni menos, que la compañía de Goofy, la caricatura de Disney. Cuando en el Estudio nos enteramos, nos sentimos embargados por una ternura vertiginosa y le rogamos que nos dejara ver al personaje que tantas horas de siesta nos arrebató.
Acariciador de Panderetas no quería.
Nosotros insistíamos.
Acariciador de Panderetas no quería.
A.d.P. se mostró reticente a mostrar a su célebre adquisición, hasta el lunes pasado. Ese día, colmado por nuestra risueña insistencia, deslizó suavemente la bandeja del teclado hacia adelante... y lo vimos. Abajo de su escritorio y vistiendo su clásico bermuda rojo, sus tiradores y su gorrito semejante al extremo de un hueso, nos miró y exclamó:
-¡Hola amigos! ¡Chojojoy!
Con los ojos llenos de lágrimas de emoción ibamos a devolverle el saludo, cuando A.d.P. replicó duramente:
-¡Callate animal! ¡Callate! ¡Perro de mierda!
Empezó a darle patadas.
Grande fue nuestra consternación al observar tal comportamiento. Cerramos los ojos y le pedimos una explicación que nos satisfaga.
A.d.P nos explicó.

"Goofy es el depositario de todas las descargas que A.d.P. efectúa para expiar el stress que le causa un trabajo tan sacrificado como el que lo esposa al sistema cada día de su vida."*


*:A.d.P. hablaba de sí mismo en tercera persona, y se llamaba así.

Parece que solo trataba de encontrar una forma cómoda de canalizar su ira laboral cuando, por ejemplo, se le tildaba el LEX y tenía que pasar las novedades de los expedientes desde cero. Entonces, una puteada al estilo "¿De qué te reís, bicho de mierda?" y una andanada de golpes de pie y sabíamos que A.d.P. tuvo un problema con su PC. Nosotros hasta cierto punto lo comprendíamos y, si bien al principio nos chocaba escuchar lamentaciones del estilo "¡Ay! ¡Cuidado amiguito! ¡Chojojoy! ¡Ay! ¡Recórcholis!", nos fuimos acostumbrando y ya nos parece natural mecharle algo de morfina y algún que otro ansiolítico en el plato de Doguis que le damos todos los mediodías. Cuando le preguntábamos por qué aguantaba tal martirio, Goofy nos decía:
-¡Pues claro amiguitos! ¡A Goofy le gusta este trabajo! ¡Chojojoy! ¡Pues uno se acostumbra a los coscorrones! ¡Ni modo amiguitos que Mickey me hacía trabajar en negro y allí hacía escenas muy peligrosas con ese cascarrabias de Donald, que me iamaba Tribilín y decía que era el Pluto negro! ¡Híjole, chojojoy! ¡Desde que congelaron a al Don Walt hacen lo que les viene en gana! ¡Aquí Goofy es feliz!
Escucharlo tan conforme nos hacía sentír mejor... le rascábamos la espalda para que mueva la patita y seguíamos trabajando.
Salvo por el hecho de que es un poco racista, destacamos la gran educación de la mascota del Estudio: cuando va a hacer caca, busca una bolsita para juntar la caquita y tirarla en el tacho.
Motivo de controversias.

3 comentarios:

  1. Yo jugué a un juego de Goofy de Sega.

    (??)

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  2. no!! perro de mierda es walter...o de ultima hasta el toto, pero dipy, dipy es un grosso!!

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  3. No le gusta que le digan dipy.

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